Dejar las cosas en sus días, de Laura Castañón

miércoles, 9 de octubre de 2013


Dejar las cosas en sus días

Autor: Laura Castañón
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420414072
Páginas: 554



Sinopsis

Aida, una periodista en la cuarentena, vive obsesionada con encontrar los restos de su abuelo, asesinado durante la Guerra Civil. Para ello reconstruye la historia de su familia, los Montañés, desde que se afincaron en Asturias a principios del siglo XX para trabajar en las explotaciones mineras del marqués de Comillas, paradigma del paternalismo industrial en un entorno agitado por el movimiento obrero. (Sinopsis de la editorial)


Reseña de Rustis

Aunque parezca obvio una vez conocido el argumento, Dejar las cosas en sus días tiene mucho de memoria. Pero no sólo de la memoria histórica que es aquí contexto y también metáfora; estamos ante un libro de evocaciones novelísticas, de memorias y recuerdos de otras lecturas y otros nombres, muchos, que escriben la historia literaria. Porque quien lee este regalo que Laura Castañón nos trae a modo de asombroso inicio en el mundo de la novela -que no de la escritura, pues de eso ya ha recorrido un buen trecho-, no deja de escuchar aquí y allí ecos que no son copias, ni homenajes, ni plagios ni intertextualidades. Son, nada más y nada menos que memorias de lecturas en la mejor tradición de la narrativa contemporánea; con cierto acento galdosiano en el interés por reflejar la saga, la tragedia familiar, la historia completa de corte realista. Obvio también el suave paladear de la novela-río que discurre con intención de capturar morosamente lo verdaderamente sucedido, aun dentro de la ficción. Stendhal y su espejo, claro, y los mineros de Zola, hasta incluso la perfecta conjunción de la lucha amo / señor de “Los santos inocentes” de Delibes... Dejar las cosas en sus días revela así, al paso de cada línea, un murmullo familiar, cercano, un resonar de vivencias lectoras que una lleva muy dentro y que también son, a su manera, parte de la historia. Así que en las intenciones, en la trama, en el estilo lingüístico, en la forma, en el fondo... En todas partes la memoria, su peso y su tragedia, su belleza, su ineficacia y su ineludibilidad como forma de expresarnos y entendernos.


Y aun así la novela es totalmente nueva, personal. No por evocar memorias literarias pierde encanto, y aunque la estrategia de contar una historia pasada desde los ojos y la búsqueda de un personaje presente ya es también vieja conocida de muchos lectores, la intensidad con que Castañón narra, cuenta, hasta canta, la vida de sus personajes, agarra al lector que, sin remedio, acaba encontrándose inmerso en un mundo que, siendo ficticio, abarca una Verdad y una humanidad imposibles de negar. El universo creado aquí adquiere la fuerza arrolladora de las grandes novelas que se quedan incrustadas en nuestra memoria durante largo tiempo; y creo no equivocarme si pienso que ello se debe a la madurez y riqueza con que se presentan cada uno de los hombres y mujeres que aparecen en esta historia. No hay ni un solo personaje deshilado del resto; ni un solo margen para el estereotipo literario o la mera descripción superficial. Hay -lo repito, porque considero necesario reforzarlo- una enorme humanidad en todos ellos; aunque podamos encontrar buenos y malos, locos, cuerdos, enamorados, traicioneros, mentirosos, tímidos o afables, siempre descubrimos el cómo y el porqué de cada gesto, cada actitud, cada mensaje plasmado en sus voces.
No, no sólo leemos diálogos. Escuchamos auténticas voces, porque la técnica que esta autora muestra para la construcción de sus personajes, no es la de describir, sino la de contar, presentar acciones, y sobre todo dejarnos oírles, hasta que somos nosotros mismos quienes llegamos a conocerles desde nuestra propia mirada y experiencia. Laura Castañón -se agradece- no toma por tonto a ninguno de sus lectores, porque nos invita a inmiscuirnos en el mundo pasado de Bustiello, y en el presente de Aida y su lucha por recuperar la memoria familiar, sin dirigirnos hacia ninguna tesis, ningún plan preconcebido; sólo el de hacernos pensar sobre la necesidad que todos tenemos, en un momento u otro, de recordar; o de olvidar. O sobre la eterna contradicción de querer conocernos profundamente pero “dejando las cosas en sus días”. Un mensaje arrollador que nos deja mucho sobre lo que reflexionar.
Laura Castañón


Aun así, la historia es profundamente clara, cercana, no se trata de una novela de difícil lectura y falta de empatía con el lector común. Porque su grandeza reside, precisamente, en esa capacidad para emplear un lenguaje construido desde una evidente búsqueda de la perfección, la riqueza en el vocabulario, el matiz, el ritmo... sin perder por el camino naturalidad y sencillez. Un libro que atrapa sin remedio, desde cualquier punto de vista en que se le mire.

Nuevamente Alfaguara vuelve a mostrar su olfato para descubrir a grandes talentos literarios. Para mí, sin duda, Laura Castañón es la revelación literaria de este año. Y lo digo con el orgullo de saber que teníamos en Asturias una joya escondida. No es cariño a mi tierra, ni pasión por las cuencas mineras donde yo también nací. Es pura y simple realidad: la mejor novela que he tenido este año entre las manos.


2 comentarios:

  1. Pese a que no es de mi estilo, el que la pintes tan bien hace que me llame la atención (:
    Gracias por la reseña *-*!
    P.D: tienes un premio en mi blog: http://lectorasaficionadasychilenas.blogspot.com/2013/10/premio-2.html
    ¡Besos!

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  2. Si te animas a leerlo finalmente cuéntanos qué tal!!!! Gracias por leernos, y por el premio. Coincide que otra persona más hace unos días nos lo dio también en su blog, estamos muy contentas.
    En estos días publicaremos la entrada con el tema del premio.
    ¡¡Besos!!

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