Dejar
las cosas en sus días
Autor: Laura
Castañón
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420414072
Páginas: 554
Sinopsis
Aida, una periodista en la cuarentena, vive obsesionada con encontrar
los restos de su abuelo, asesinado durante la Guerra Civil. Para ello
reconstruye la historia de su familia, los Montañés, desde que se
afincaron en Asturias a principios del siglo XX para trabajar en las
explotaciones mineras del marqués de Comillas, paradigma del
paternalismo industrial en un entorno agitado por el movimiento
obrero. (Sinopsis de la editorial)
Reseña de Rustis
Aunque
parezca obvio una vez conocido el argumento, Dejar
las cosas en sus días tiene
mucho de memoria. Pero no sólo de la memoria histórica que es aquí
contexto y también metáfora; estamos ante un libro de evocaciones
novelísticas, de memorias y recuerdos de otras lecturas y otros
nombres, muchos, que escriben la historia literaria. Porque quien lee
este regalo que Laura Castañón nos trae a modo de asombroso inicio
en el mundo de la novela -que no de la escritura, pues de eso ya ha
recorrido un buen trecho-, no deja de escuchar aquí y allí ecos que
no son copias, ni homenajes, ni plagios ni intertextualidades. Son,
nada más y nada menos que memorias de lecturas en la mejor tradición
de la narrativa contemporánea; con cierto acento galdosiano en el
interés por reflejar la saga, la tragedia familiar, la historia
completa de corte realista. Obvio también el suave paladear de la
novela-río que discurre con intención de capturar morosamente lo
verdaderamente sucedido, aun dentro de la ficción. Stendhal y su
espejo, claro, y los mineros de Zola, hasta incluso la perfecta
conjunción de la lucha amo / señor de “Los santos inocentes” de
Delibes... Dejar
las cosas en sus días revela
así, al paso de cada línea, un murmullo familiar, cercano, un
resonar de vivencias lectoras que una lleva muy dentro y que también
son, a su manera, parte de la historia. Así que en las intenciones,
en la trama, en el estilo lingüístico, en la forma, en el fondo...
En todas partes la memoria, su peso y su tragedia, su belleza, su
ineficacia y su ineludibilidad como forma de expresarnos y
entendernos.
Y aun así la novela es totalmente nueva, personal. No por evocar
memorias literarias pierde encanto, y aunque la estrategia de contar
una historia pasada desde los ojos y la búsqueda de un personaje
presente ya es también vieja conocida de muchos lectores, la
intensidad con que Castañón narra, cuenta, hasta canta, la vida de
sus personajes, agarra al lector que, sin remedio, acaba
encontrándose inmerso en un mundo que, siendo ficticio, abarca una
Verdad y una humanidad imposibles de negar. El universo creado aquí
adquiere la fuerza arrolladora de las grandes novelas que se quedan
incrustadas en nuestra memoria durante largo tiempo; y creo no
equivocarme si pienso que ello se debe a la madurez y riqueza con que
se presentan cada uno de los hombres y mujeres que aparecen en esta
historia. No hay ni un solo personaje deshilado del resto; ni un solo
margen para el estereotipo literario o la mera descripción
superficial. Hay -lo repito, porque considero necesario reforzarlo-
una enorme humanidad en todos ellos; aunque podamos encontrar buenos
y malos, locos, cuerdos, enamorados, traicioneros, mentirosos,
tímidos o afables, siempre descubrimos el cómo y el porqué de cada
gesto, cada actitud, cada mensaje plasmado en sus voces.
No, no sólo leemos diálogos. Escuchamos auténticas voces, porque
la técnica que esta autora muestra para la construcción de sus
personajes, no es la de describir, sino la de contar, presentar
acciones, y sobre todo dejarnos oírles, hasta que somos nosotros
mismos quienes llegamos a conocerles desde nuestra propia mirada y
experiencia. Laura Castañón -se agradece- no toma por tonto a
ninguno de sus lectores, porque nos invita a inmiscuirnos en el mundo
pasado de Bustiello, y en el presente de Aida y su lucha por
recuperar la memoria familiar, sin dirigirnos hacia ninguna tesis,
ningún plan preconcebido; sólo el de hacernos pensar sobre la
necesidad que todos tenemos, en un momento u otro, de recordar; o de
olvidar. O sobre la eterna contradicción de querer conocernos
profundamente pero “dejando las cosas en sus días”. Un mensaje
arrollador que nos deja mucho sobre lo que reflexionar.
![]() |
Laura Castañón |
Aun así, la historia es profundamente clara, cercana, no se trata de
una novela de difícil lectura y falta de empatía con el lector
común. Porque su grandeza reside, precisamente, en esa capacidad
para emplear un lenguaje construido desde una evidente búsqueda de
la perfección, la riqueza en el vocabulario, el matiz, el ritmo...
sin perder por el camino naturalidad y sencillez. Un libro que atrapa
sin remedio, desde cualquier punto de vista en que se le mire.
Nuevamente Alfaguara vuelve a mostrar su olfato para descubrir a
grandes talentos literarios. Para mí, sin duda, Laura Castañón es
la revelación literaria de este año. Y lo digo con el orgullo de
saber que teníamos en Asturias una joya escondida. No es cariño a
mi tierra, ni pasión por las cuencas mineras donde yo también nací.
Es pura y simple realidad: la mejor novela que he tenido este año
entre las manos.
Pese a que no es de mi estilo, el que la pintes tan bien hace que me llame la atención (:
ResponderEliminarGracias por la reseña *-*!
P.D: tienes un premio en mi blog: http://lectorasaficionadasychilenas.blogspot.com/2013/10/premio-2.html
¡Besos!
Si te animas a leerlo finalmente cuéntanos qué tal!!!! Gracias por leernos, y por el premio. Coincide que otra persona más hace unos días nos lo dio también en su blog, estamos muy contentas.
ResponderEliminarEn estos días publicaremos la entrada con el tema del premio.
¡¡Besos!!