Cartas de una pionera

martes, 3 de diciembre de 2013

Cartas de una pionera
Autora: Elinore Pruitt Stewart
Editorial: Hoja de Lata
ISBN: 9788494115318
Páginas: 204
Sinopsis
En 1909 Elinore Pruitt Stewart, una joven viuda con una niña pequeña, decidió romper con todo e irse a las agrestes montañas de Wyoming, en pleno oeste americano. Testimonio de esa nueva vida son estas maravillosas Cartas de una pionera, en las que la autora, con una gran maestría y una espontaneidad feliz y llena de humor, le cuenta a la señora Coney, su antigua patrona, su día a día en el rancho y un sinfín de aventuras con sus nuevos y entrañables vecinos. De la mano de esta mujer increíble aprendemos a cazar, a plantar tomates verdes y a montar a Chub, el caballo más perezoso de todo Wyoming. También nos deslizamos en trineo por los cañones nevados, acampamos con fugitivos y comemos riquísimas ardillas a la brasa mientras contemplamos al raso un montón de amaneceres.
Cartas de una pionera es un clásico de la literatura estadounidense del siglo XX. Una pequeña joya inédita hasta ahora en español.




Reseña de Rustis

La editorial “Hoja de lata”, sobre la que ya os hablé hace unos días, publicó en mayo de este año, por primera vez en castellano, Cartas de una pionera: no es un dato sin importancia que un pequeño proyecto editorial como éste sea el primero en poner voz, en nuestro idioma, al que se considera uno de los grandes clásicos de la literatura norteamericana. Seguro que todos reconocemos, aunque sólo sea por series de televisión o películas, algunos títulos que pasan incesantemente por las aulas estadounidenses como modelos de estudio de la producción literaria del país: Muerte de un viajante, de Arthur Miller, o El gurdián entre el centeno, de J. D. Salinger dominan, pero también comparten este espacio pedagógico con el libro que hoy reseñamos “enfrentadamente”.

A principios del siglo XX, una mujer viuda de tan solo 30 años, Elinore Pruitt, abandonaba la gran ciudad de Denver junto a su hija pequeña, para formar parte de uno de los grandes proyectos que supusieron la formación y desarrollo del oeste americano: el proceso de colonización. Miles de aventureros, de ambos sexos, se encaminaron hacia un mundo inhóspito, tanto en lo geográfico como en lo meteorológico, animados por el deseo de poseer una nueva vida construida con sus propias manos. Entre todos ellos estaba Elinore Pruitt que, por supuesto, no es un personaje literario ficticio, sino una mujer real, que participó de aquella empresa con no pocos éxitos. Desde su casa en las montañas de Wyoming, Elinore escribía, cuando el trabajo se lo iba permitiendo, preciosas cartas a su antigua patrona, en las que va narrando los sucesos que el día a día le iban trayendo.

Con estos antecedentes, y reconociendo el hábito de la crítica en calificar la escritura de mujeres como “costumbrista”, podríamos caer en el riesgo de aplicarle este mismo término a Cartas de una pionera y quedarnos ahí. Pero no es el caso: por supuesto, los relatos insertos en las misivas de Elinore Pruitt tienen algo de costumbrismo, de peregrinaje exhaustivo y primorosamente descrito por las actividades, rutinas, paisajes, alimentación, etc., del oeste americano. Sin embargo, esto no es más que el magnífico marco en que la autora construye una deliciosa narración en pequeños relatos o escenas, que recupera, especialmente, las imágenes de innumerables personajes que se cruzaron en su vida y le sirvieron de acompañantes solidarios, o de fuente de inspiración y reflexión. Esta obra nos descubre, sobre todo, una galería de hombres y mujeres extraordinariamente caracterizados a través de la detallada voz de Elinore Pruitt, que no solamente reconstruye sus actividades, visitas, festejos, conversaciones, etc. con todos ellos, sino que también nos ofrece una perfecta caracterización psicológica, no exenta de cariño en ocasiones, y en otras de un simpático tono burlón e irónico, que convierte a esta mujer en una maestra de la narración.

Elinore Pruitt Stewart

Sorprendente, ¿verdad? Una joven viuda y madre, de principios del siglo XX, abandona todo para trabajar duramente en una tierra hostil, y no solamente nos deja testimonio de ello, sino que lo hace con una escritura que parecería más propia de una novelista experimentada que de una mujer sin apenas estudios. Elinore Pruitt nos sorprende en su exquisita descripción de los paisajes, visual y colorista, que va descubriendo la belleza de unas tierras que, a priori, podrían resultar poco atrayentes. Wyoming, tras los ojos de la autora, se convierte en un fantástico universo de plantas, animales, montes, caminos y paisajes de postal, que evocamos en nuestra mente de forma perfecta gracias a las detalladas explicaciones. Pero además, es capaz de atraparnos en aventuras que cualquier niño o adolescente adoraría: cuatreros perseguidos por el sheriff, noches pasadas en campamentos “a la intemperie”, con gran cantidad de previsibles peligros alrededor, y sobre todo viajes constantes. Por supuesto, no falta el toque de romanticismo exento de cursilerías, con frecuentes relatos de fiestas, bodas preparadas en apenas horas y hechas con amor y cuidado, Navidades felices pese a las pequeñas penurias, simpáticos relatos de extravagantes matrimonios, etc. En todos los casos, se revela una misma idea: la vida en el oeste americano era dura, por supuesto, pero recuperaba alegría y sencillez gracias a la constante ayuda y solidaridad de vecinos y no tan vecinos. Todos los personajes con que se encuentra Elinore se convierten en pequeños compañeros de viaje, acompañantes, cuidadores, amigos, casi hermanos. Una exaltación de la ayuda mutua como forma de supervivencia y modo central de vida.


Y rascando rascando en este precioso libro, decenas de enseñanzas imprescindibles, sobre las que domina una que merece la pena reseñar: la capacidad de la mujer para sobrevivir al medio, no sola -en el sentido romántico del término-, pero sí con sus propias ganas, sus propias manos y su propia fuerza. Elinore Pruitt es un modelo femenino absolutamente destacable y que merecería la pena estudiar en profundidad: sus palabras de aliento para las mujeres que pasan penurias en la ciudad, animándolas a tomar las riendas de su vida y hacerse colonas, son todo un canto a la emancipación femenina, escritas en un tiempo histórico en el que esto resultaba sorprendente, por poco usual. Además, Elinore nos habla de sus lecturas, de sus pequeños aprendizajes, de su trabajo incansable y de cómo, en muchas ocasiones, ante la ausencia de varones, varias mujeres juntas son capaces, no solamente de sobrevivir, sino de hacerlo plenas de felicidad, optimismo y vitalidad.

Esa es, al fin, la memoria que nos deja Cartas de una pionera: todo un canto a la vida sencilla, a la solidaridad cotidiana, a la mirada optimista y a la búsqueda, en la adversidad, de las muchas cosas buenas que nos rodean. Una lectura imprescindible que deja un muy buen sabor de boca.


Reseña de Mustis

Tener entre las manos el libro Cartas de una pionera es empezar a disfrutar de él. Con muy poco tiempo en el mercado, los libros de Hoja de Lata destacan por su cuidadísima edición. Éste tiene una portada preciosa que nos llama la atención, con algún detalle brillante en ella y en la contraportada. (Por cierto: ¡cómo me gusta su logotipo!). Una vez que lo abrimos, notamos que está impreso en un papel muy suave y de gran calidad, y que la encuadernación hace que el libro sea muy flexible y cómodo de leer. Vamos, todo un lujo.

Montañas de Wyoming

¿Y qué vamos a encontrarnos en su interior? En Cartas de una pionera Elinore Pruitt Stewart le cuenta a la señora Coney, su ex-patrona, todo lo que le sucede desde que llega como pionera a un paraje de las montañas de Wyoming. Aunque Elinore prácticamente no había ido a la escuela, consigue captar en sus cartas el interés del lector con una narración mágica: divertida en muchas ocasiones, dinámica y muy bien escrita. En este sentido me ha hecho mucha gracia la única carta que en el libro no escribe ella, sino su hija Jerrine, agradeciendo a la señora Coney el envío del libro Belleza negra. En una carta posterior, Elinore afirma que Jerrine echó la carta al correo sin que ella se enterase, y muestra su preocupación por las faltas de ortografía que pudiera contener, demostrando así el especial cuidado que ponía siempre en lo que escribía.

Cuando empecé Cartas de una pionera me llamaron la atención las descripciones de los paisajes de Wyoming, tan minuciosas que a veces llegaban a abrumarme. En ellas, Elinore demuestra un conocimiento total de la fauna y la vegetación del lugar, y habla de animales o plantas que yo ni siquiera había oído.

Aunque la autora siempre nos cuenta las cosas con mucho humor y optimismo, podemos llegar a imaginarnos cuán duro debió de ser para ella, sola y con una hija, poner en marcha su nueva vida en Wyoming partiendo de cero en un territorio tan agreste y salvaje. La escritora es una persona digna de admiración para la época en la que le tocó vivir: En Wyoming acaba casándose con Clyde, para quien llegó contratada como ama de llaves, pero es ella la que se ocupa personalmente de sus propios terrenos con un coraje y una valentía enormes. Tristemente, conocemos gracias a este libro que para que una mujer pudiese firmar, después de un periodo de prueba, los papeles que le daban la propiedad de sus terrenos, necesitaba estar casada.

Elinore y su esposo Clyde Stewart
Se puede decir que conocemos menos de la vida de Elinor que de la de sus vecinos y conocidos. Por ejemplo, cuando le cuenta a la señora Coney que se ha casado con Clyde o que ha tenido un niño lo hace muy de pasada y con muy pocas explicaciones, dedicando mucho más tiempo a describir sus tareas o la vida de los que la rodean. Y lo hace tan detalladamente que llegamos a conocer muy bien a todos esos personajes que de una u otra forma la ayudan a establecerse en su nuevo hogar: La señora O´Shaughnessy, Zebbie, la señora Louderer, Cora Belle, Regalia y Sedalia y todos los demás, se nos hacen muy cercanos cuando los vemos a través de los ojos de Elinor.

De todas las historias y personajes que aparecen en Cartas de una pionera me gustan especialmente dos: la de la relación, mantenida a lo largo de los años, entre la señorita Emilia y el señor Bishey, que por fin culmina en matrimonio, y la Navidad que Elinore y sus amigos pasan ayudando a dos mujeres que se han quedado solas y sin recursos con el bebé recién nacido de una de ellas y los demás hijos de ambas. Esta última es una escena muy entrañable que me recordó un poco a otra parecida, que también sucede en una Navidad, del libro Mujercitas de Louise May Alcott.

A pesar de que es un libro corto, yo no recomendaría leerlo excesivamente rápido, sino a pequeños sorbitos. Para ello, me parece lo ideal combinar su lectura con la de otro libro y leer cada día tan solo dos o tres cartas. Podríamos imginarnos que somo la señora Coney, y que al final del día leemos las cartas que hemos recibido de nuestra amiga, disfrutando de lo que nos cuenta mientras nos tomamos una taza de té. Creedme: de esta forma acabaréis la jornada con una sonrisa en los labios y la sensación de haber vivido un momento mágico gracias a la animosa Elinore.


Agradecemos a la editorial Hoja de Lata el envío de este ejemplar.

5 comentarios:

  1. No me importaría leer esta novela. Desde luego me ha llamado la atención.

    ResponderEliminar
  2. Si lo pudieras ver albanta.... te encantaría solamente tenerlo en las manos

    ResponderEliminar
  3. Tiene una pinta estupenda, creo que podría gustarme. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Me parece que me gustaría este libro. Y no lo conocía... Otro para la lista.
    Besotes!!

    ResponderEliminar
  5. Un libro que desconocía, con una temática diferente

    ResponderEliminar

Santa Template by Mery's Notebook © 2014