Niños en el tiempo
Autor: Ricardo Menéndez SalmónEditorial: Seix BarralISBN: 9788432221019Páginas: 219
Sinopsis
El final de un matrimonio narrado a través de la muerte del hijo, el relato de una posible infancia de Jesús y el viaje a una isla de una mujer que ha de tomar una decisión trascendental son tres fragmentos de una misma historia que apunta directamente al corazón: la del hecho tan maravilloso como enigmático de que siempre, de un modo u otro, la vida se abre camino.
Reseña de Rustis
Demasiado
tiempo he tardado en leer a Ricardo Menéndez Salmón: ahora pugnan
por salir de mi cabeza dos reseñas a un tiempo, y las sensaciones
que generan ambas, son tan duraderas pero tan diferentes, que
resultaba difícil incluso decidir por dónde empezar. Comienzo,
entonces, por el que ha sido su último proyecto, que por lo que
vislumbro aquí y allá todos los días, no está dejando indiferente
-y para bien- a nadie.
Menéndez
Salmón ha sido, para mí, uno de esos narradores que siempre me
recomiendan y siempre, por una u otra causa, acababan quedando
postergados. Y eso que las voces que me invitaban a conocerle eran
más que autorizadas pero -y no lo digo con ánimo de justificación-
parece que yo misma, sin saberlo, estaba esperando a comenzar por
aquí, por este final-de-momento llamado Niños en el tiempo.
Calificar de arriesgado este libro se me queda
corto como adjetivo: es arriesgada la estructura, pero lo mismo
sucede con cada historia. Tres en total. Como si estuviéramos ante
una pequeña colección de relatos. Pero, ojo a aquellos que os
hayáis parado aquí porque no sois afines al género narrativo
breve: Niños en el tiempo es una novela, aunque con la
particularidad de que aparece constituida por tres relatos,
aparentemente independientes, que cobran sentido y unión al llegar
al final de la obra. Es, entonces, después de la primera lectura,
cuando volvemos mentalmente sobre todo lo acontecido, ordenamos lo
experimentado, y vamos otorgando más y más sentido al texto. Así,
Niños en el tiempo tiene la virtud de crecer, reformularse y
llenarse de sentido con el paso de los días, de las semanas. Y me
atrevo a afirmar con rotundidad que esta novela tiene la vocación de
colocarse, en un futuro y con la debida perspectiva, en un rincón
bien alto de nuestra narrativa.
Conserva la virtud de lo que es único,
diferente. Leo una y otra vez cómo se define a Menéndez Salmón
como el mejor narrador de su generación, o como uno de esos pocos
lobos solitarios que transitan en el complejo y excesivamente lleno
mundo de la novelística actual. Y corroboro que dos lecturas, dos
obras han sido suficientes para observar que su propuesta de
escritura no se asemeja a ningún otro autor, que su aliento
narrativo es totalmente personal y que -agradecida, inmensamente-
compruebo que sería incapaz de someterle al abrigo de ninguna
generación literaria concreta, ningún grupo, ningún lugar de
afinidades elegidas o no elegidas. Menéndez Salmón es, a mi juicio
y de momento, un ser literario totalmente único.
Hablaba antes de propuestas arriesgadas, y me
refería a esa envoltura de relato que acaba convirtiéndose en toda
una auténtica novela, con costuras firmes y sin poros; vuelvo ahora
al mismo calificativo al rememorar las historias elegidas por el
autor. La niñez es el motivo originario de las tres, aunque sean
tres miradas diferentes: el niño que muere, el niño-mito, el niño
no nacido. Tres miradas a un asunto más que trillado en la historia
de la literatura, pero que probablemente no hayamos visto tratado en
este tono, ni con esta maestría, en ninguna otra novela anterior.
Ricardo Menéndez Salmón |
La historia del matrimonio frustrado y
destruido por el fallecimiento del hijo se cuenta con un lenguaje
preciso, limpio, sin florituras ni vueltas innecesarias, diría que
descarnado si ello no significara, en parte, un designio de
dramatismo que no acoge, ni con mucho, esta novela. Es lo descarnado
de una prosa absolutamente limpia, que nos deja otear el sentimiento
de agudo dolor de los protagonistas sin entrar en más análisis que
la contemplación pura del que pasa por ser, probablemente, el peor
acontecimiento que se puede vivir. La muerte del hijo queda aquí
mostrada, sin patetismo y sin excesos, pero con precisión modélica.
Observamos sin inmiscuirnos pero, precisamente por ello, notamos,
casi palpamos el dolor de los protagonistas. Sin respiro, pasamos a
una segunda historia donde el tono claramente avanza hacia lo mítico,
transita hacia una especie de nebulosa en que se inventa y se regala
una infancia a Jesús; ese ser que, aun siendo uno de los bebés más
relevantes de la historia, parece no haber disfrutado de una
verdadera niñez. Menéndez Salmón crea esa infancia al niño, se la
regala convirtiendo lo no contado en algo que parece verdad pero que,
aun así, conserva el espíritu de magia, de mito, casi el regusto
épico. Y, finalmente, un nuevo giro hacia un lenguaje de ensoñación,
un ambiente mediterráneo, una isla y una peculiar pareja que nos
narrarán, sin saberlo, el porqué de toda esta historia. Por qué
Jesús, por qué el niño muerto, por qué el matrimonio roto, por
qué esta novela.
Leer Niños en el tiempo es, en sí
mismo, un ejercicio de aprendizaje. Aprendemos a leer la novela al
mismo tiempo que avanzamos en su lectura. La imagen del niño como
punta del iceberg del dolor, pero también del renacer, es lo que nos
queda. Y, al fondo, la de la literatura como sustancia que puede
explicarnos la vida, pero que no puede superarla. La escritura como
terapia, la lectura como descubrimiento y Menéndez Salmón, en un
plano alto, revelándose como el mejor narrador español que he
tenido el placer de disfrutar en mucho tiempo. Obra maestra, esta
historia de Niños en el tiempo.
Una reseña fantástica! Ya tenía este libro entre mis pendientes, pero voy a tner que subirle puestos...
ResponderEliminarBesotes!!!
Muchos elogios oigo de este autor. Y sin embargo, reconozco que me da miedo enfrentarme a este libro
ResponderEliminarA mí también me daban miedo sus libros, tanto elogios... Pero mereció la pena vencer ese temor
EliminarYa lo tenía anotado y sigo con ganas de hacerme con él.
ResponderEliminarPUes no lo conocía pero me tira lo que cuentas. Lo anoto.
ResponderEliminarBs.
Me pasa como a ti, Menéndez Salmón es un autor que me han recomendado mucho y bien, y personas en las que confío (ahora además te añades tú). Pero por una u otra razón, la casa sin barrer, aunque sospecho que no tardará mucho en caer.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reseña, me has hecho sentir como la lectora que tu has sido ante este libro: ese aprendizaje ante una narrativa diferente, lectura (¡no sólo escritura!) como terapia, descubrimiento de un escritor...
Qué lástima que tantas veces necesitemos justificar si es relato o no, o si lo es pero no...
Fantástica reseña. Gracias Rustis. Besos
Gracias por leerla tan atenta, Ana. Bueno, es una pena justificar cosas pero también se asume ya como nuestro "trabajo", ¿no? Sería un delito que alguien se perdiera este pedazo de obra maestra por pensar que es un libro de relatos...
EliminarHe disfrutado mucho la lectura, pero la post-lectura es impresionante. En tres semanas he ido llenando un folio de ideas que me surgían y descubriéndole nuevas cosas al libro.
Besotes!!!