Mi querido Dostoievski, de Francisco Rodríguez Criado

jueves, 20 de febrero de 2014


Mi querido Dostoievski
Autor: Francisco Rodríguez Criado
Editorial: De la Discreta
ISBN: 9788496322516
Páginas: 266


Sinopsis
Laura Bauer, una anciana apasionada por la literatura, escribe regularmente a su admirado Fédor Dostoievski, “allá donde esté”, más de un siglo después de la muerte del escritor, cartas que desvelan, más allá de sus achaques y reflexiones, la clave de su vida. Sus confesiones, que en ocasiones apuntan inquietantes paralelismos con la vida del autor ruso, trazan una vigorosa crónica del siglo XX.


Reseña de Rustis

El género epistolar no es precisamente uno de los más cultivados en la literatura actual y, ni con mucho, de los más habitualmente leídos. Por ello, quizá esta pequeña novela suponga para muchos lectores un reto: el acercamiento a un tipo de literatura que, si bien resulta sumamente apreciado cuando las cartas publicadas son de un escritor real, no lo es tanto cuando se mezcla, como es el caso, literatura y ficción. Y cuando el género no es tanto la mera epístola como, mas bien, la novela de estilo epistolar.




Esto, que podría ser parte del epistolario del escritor decimonónico Fédor Dostoievski, parece en las primeras páginas, poco más que el resultado de la mente cansada y enferma de una anciana ficticia. Pero Laura Bauer posee una voz extraordinariamente bien construida; así, no leemos solamente los “delirios” de una mujer que admira, quizá demasiado, a su Dostoievski, sino que poco a poco, a medida que la trama avanza, percibimos a un ser humano que se nos aparece tan real que, en ocasiones, llegamos a creer poderosamente en su existencia. Días después de la lectura de la novela, el personaje de Laura Bauer forma parte de la vida del lector, como si siempre hubiese estado ahí, como si no hubiera nada ficticio en lo que leemos. Imposible no evocar durante la lectura el intercambio epistolar de la maravillosa “84, Charing Cross Road”, aunque en este caso que nos ocupa, siendo la literatura y la vida también protagonistas principales, hay solamente una voz que domina, que envía cartas y no recibe respuesta. Aun así, sorprendentemente y sabiendo la imposibilidad del caso, deseamos durante toda la lectura que, un día, Dostoievski le responda.

Francisco Rodríguez Criado


Hay una trama en este monólogo epistolar, aunque parezca extraño; porque Rodríguez Criado no ha captado solamente pequeñas escenas recogidas en las cartas de su personaje. En ellas hay una historia escondida, un pequeño misterio por descubrir que conoce, claro, su final y su conclusión. La trama es ni más ni menos que el descubrimiento de la personalidad de Laura Bauer, y de las claves vitales que dan sentido a su forma de ser, a su combinación de sentimentalismo, ironía, amargura e inteligencia.

La lectura del libro es rápida, fluida; el lenguaje es sencillo, cercano pero, al tiempo, por ser parte fundamental de su dueña, cuidadosamente literario y culto. Esa amante de la buena literatura rusa es, en sí misma y casi sin saberlo, una gran escritora que convierte su aparentemente sencilla vida en merecedora de espacio dentro de una novela. Porque sí, reiteramos que Laura Bauer parece ser un ser verdadero: su historia puede ser la de muchas ancianas reales; sus tormentos forman parte de los tormentos de muchos habitantes del convulso siglo XX; y su afán por narrar su historia a un lector “inexistente” la convierte en una auténtica escritora, que piensa en aquel que la lee desde el otro lado, como un fin en sí mismo, como una manera de reconciliarse con la vida y dar rienda suelta a sus más profundos sentimientos.

Una novela emotiva, sincera, que refleja tanta verdad que, en ocasiones, nos encoge el corazón. Estamos ante las cartas que todos querríamos escribir a nuestros mitos, para contarles que nuestras insignificantes vidas no lo son tanto, que somos merecedores de ser escuchados y descubiertos. Inolvidable, Laura Bauer.



    Es la primera vez -no sé si la última- que tengo la necesidad de añadir un pequeño comentario al final de mi reseña. Escribí esta apreciación sobre Mi querido Dostoievski hace más de un año, el mismo día en que concluí su lectura. Por razones que no deseo que vengan al caso, no he podido publicar el texto hasta hoy, y siento el deber con el autor, con el libro, y con los poquitos que leáis esto, de añadir algo más.Ese algo más es que Laura Bauer sigue conmigo: no muchos personajes lo hacen, entended. Son muchos los que pasean por mi casa durante un par de semanas. Algunos se van enseguida, otros se quedan en las estanterías pendientes de una relectura, otros permanecen en algún lugar oculto y, en ocasiones, al hilo de la reseña de algún blog, vuelven a la memoria. Pero muy pocos se quedan tan cerca como para ser evocados en la mente de forma frecuente. Laura Bauer es uno de ellos. Sigue aquí más de un año después. Esa anciana está tan viva, y es tan auténtica, que a veces juega a reaparecer por aquí. La imaginé tan real durante la lectura de sus cartas, la visualicé físicamente con tanto detalle, y me enamoró tanto, que aquí está conmigo. Y parece que piensa quedarse.
    Ojo, es un aviso para vosotros, lectores, pues no sé si tenéis sitio para recibirla como se merece (seguro que podréis hacerle un huequito). Y sé que esta coda final tiene poco de crítica rigurosa y mucho de pasión, pero la literatura tiene estas cosas.
    A veces toca quitarse el sombrero delante de un autor, decir las cosas “de tú a tú” y hacerle este pequeño regalo, para mostrarle que la tardanza en publicar no es sinónimo de disgusto. Mi querido Francisco, Laura Bauer te envía saludos; lamenta haberte dejado para quedarse por aquí, en mi casa. Pero es que le hemos hecho un hueco cómodo y bonito. Seguro que lo entenderás.

4 comentarios:

  1. Me dejas con ganas de conocer a Laura Bauer...
    Besotes!!!

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  2. Este no me llama mucho así que lo dejo pasar.

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  3. El género epistalar me gusta, y últimamente también se me hacen atractivos los protagonistas ancianos y Laura Bauer parece que merece la pena conocerla. Me lo apunto

    Besos

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  4. Me quedo con las ganas de conocer a la Sra. Bauer así que intentaré buscarla y, si doy con ella, la invitaré a quedarse en casa.
    Un saludo.

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